jueves, 12 de abril de 2012
Los lubricantes y el placer sexual
La lubricación genital es una respuesta fisiológica provocada por la dilatación de los vasos sanguíneos pelvianos. Una mujer con deseo sexual, si se autoestimula o es estimulada por su compañero sexual, consigue “mojarse” a poco de iniciado el acto. Sin embargo, algunas veces esto no sucede: ¿cómo resolverlo?
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La lubricación es fundamental en toda relación sexual placentera. Si bien es una respuesta fisiológica natural, hay factores que actúan en forma desfavorable, bajando la cantidad de trasudado o –directamente- suprimiendo la respuesta.
Se denomina Trastorno Excitatorio Femenino cuando la disfunción es persistente y recurrente, lo que hace el coito doloroso (dispareunia) o impide el mismo. Una de las causas más frecuentes de la escasa lubricación es el apuro masculino por penetrar, cuestión que impide que la mujer logre buenos niveles de excitación. El tiempo que necesita cada mujer para lubricarse es variable: depende de la edad, el nivel de deseo, la etapa vital por la que transita y, fundamentalmente, la conexión con su propio cuerpo y las sensaciones erógenas.
No obstante todos estos factores, la excitación en la mujer necesita
más tiempo que el hombre para lograr la erección. La mujer menopáusica, por ejemplo, va perdiendo gradualmente la lubricación por la disminución de los estrógenos, predisponiendo la mucosa vaginal a la inflamación, a las infecciones (vaginitis atrófica) y a las relaciones dolorosas (vaginismo y dispareunia).
El uso de lubricantes se ha difundido en las últimas décadas, sobre todo aquellos en forma de geles, a base de agua o de siliconas. Atrás quedaron la saliva (el más natural y barato de todos) y los clásicos, siempre al alcance de la mano y en cualquier botiquín o mesa de luz, la vaselina, y las cremas cosméticas.
Un estudio reciente de la Universidad de Indiana investigó, en una muestra de 2400 mujeres, la satisfacción y la intensidad del placer sexual con y sin uso de lubricantes (al agua y con siliconas), en prácticas autoeróticas y con partenaire sexual. A las participantes se les pidió que evaluaran sus experiencias sexuales durante dos semanas. Las mujeres reportaron mayor placer y vivencia de satisfacción cuando usaban lubricantes (70 % de ellas informaron sensaciones más enérgicas cuando usaban el gel con un compañero sexual y un 60% de satisfacción cuando lo hacían solas).
La elección del lubricante
El uso de lubricantes pude ayudar a muchas mujeres a hacer el sexo más placentero, con más acción, sin molestias, agregando al juego erótico un recurso más que eficiente. Los hombres también se entusiasman con su uso: brinda más libertad al movimiento de la pelvis y permite optar por distintas poses. También el sexo anal (el ano es una región que no se lubrica) se beneficia con el uso de los geles: ayuda a relajar el esfínter con movimientos concéntricos de los dedos y el pene ingresa sin tanto preámbulo hasta encontrar el ritmo justo de bombeo. Los juguetes sexuales también están de parabienes. Hay que tener la precaución de que los toy se llevan bien con los lubricantes al agua, no con los siliconados, ya que los últimos degradan la silicona del juguete.
Para elegir un lubricante adecuado, debés tener en cuenta:
-Que sea al agua o siliconado. Los más usados en nuestro medio son a base de agua. Se absorben por piel y no dejan ninguna capa aceitosa. Pueden rebajarse con el agregado de agua.
-Que no altere el PH vaginal ni predisponga a infecciones.
-Que no irrite ni manche.
-Que no sea derivado de hidrocarburos: aceites, vaselina, cremas cosméticas, lanolina, etc. Estos lubricantes abren los poros de látex de los profilácticos y predisponen a infecciones.
-Lo ideal es incluirlos en la relación como un recurso más para disfrutar.
-Podés usarlos para hacer caricias en otras zonas corporales. La estimulación suave de los pezones, o del glande previamente lubricado, es súper excitante.
Los lubricantes son muy útiles cuando una mujer comienza a explorar su cuerpo, sobre todo cuando la represión o la baja estima han oprimido las sensaciones de placer. Animate –o anímense los dos- y sumen placer a la relación.
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